Reconstruir el interior. No es tarea fácil. Hay circuntancias en la vida que provocan heridas a veces irreparables. Reconstruir el interior, es empezar alimentar todo aquello que nos hace personas con dignidad, cargadas de razones para vivir. Por ejemplo, no dejes de ir a la naturaleza en algún momento de la semana. Estar en entornos naturales, el mar, la montaña, los bosques, los ríos, las flores. También puedes recrear en tu casa un espacio de armonía, colgar en un lugar que puedeas contemplar una imagen que te acerque a la paz.
Son muchas las veces que hay que volver una y otra vez a alimentar el alma rota, lo mismo que alimentamos el cuerpo. Lo mismo que necesitamos respirar aire puro.
Tienes el corazón dañado porque no te han sabido expresar el amor, porque te han dicho cosas injustas, porque se dejaron llevar por impulsos, o sin delicadeza. También hemos podido ser nosotros los que dañamos. Dañamos el corazón cuando creemos que estamos por encima de los demás, por haber nacido en un país o en otro, por pertenecer a una familia o a otra. Así, dañando, herimos también el nuestro.
Nadie elige donde nace, pero si podemos elegir vivir desde dentro, con nuestra unicidad, con nuestro color, con nuestra forma. Podemos elegir tratar a los demás como nos gustaría ser tratados.
Puedes reconstruir lo dañado. Acercaté a personas que sí te ven y te valoran tal y como eres y no te juzgan. Personas libres y auténticas, con paciencia y acogedoras. No elegimos donde nacemos, pero si puedes elegir a tus amigos y a personas dispuestas a ayudarte a sanar. Lee libros de personas que ya pasaron por donde tú has pasado y lo superaron. Si no sabes pregunta. Ve películas de personas que alimentan tu alma. Reconstruir el interior lleva su tiempo pero se puede. Paso a paso, día a día…seguir leyendo
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