Perdonar es la forma de sanar el dolor que nos han causado otras personas, o que nosotros hemos causado a otros. Es un acto de amor y comprensión que nos libera de la amargura, el rencor y el deseo de venganza. No significa olvidar lo que pasó, ni justificarlo, ni reconciliarse con quien nos hirió. Significa aceptar lo que pasó, aprender de ello y seguir adelante con nuestra vida.
El perdón nos beneficia tanto a nosotros como a los demás. Cuando podemos perdonar, nos sentimos más tranquilos, felices y esperanzados. Es abrir ventanas de luz, donde solo había oscuridad.
Es así como mejoramos nuestra salud física y mental. Reducimos el estrés y la ansiedad, y fortalecemos nuestra autoestima. También mejoramos nuestras relaciones con los demás, porque somos más compasivos, tolerantes y respetuosos.
Cuando perdonamos, nos damos una oportunidad de crecer y cambiar. Perdonar no es fácil, pero es posible. Requiere de valor, esfuerzo y voluntad.
Perdonar es un proceso que puede llevar tiempo y que implica varios pasos.
En primer lugar es querer perdonar. Una elección personal que depende de cada uno. Cada persona tiene su propio ritmo y su propia forma de hacerlo. Lo importante es tener la intención de perdonar y estar dispuesto a hacerlo. Perdonar es un regalo que nos hacemos a nosotros mismos y a los demás.
En segundo lugar, reconocer el daño que nos han hecho o que hemos hecho a otros. Es importante ser honestos con nosotros mismos y admitir lo que sentimos y lo que nos ha afectado.
En tercer lugar, expresar nuestros sentimientos de forma honesta y constructiva. Podemos hablar con la persona que nos hirió o con alguien de confianza, o escribir una carta o un diario. Lo importante es sacar lo que llevamos dentro y no guardarlo.
Decidir perdonar y dejar ir el resentimiento. Es una decisión personal que solo podemos tomar nosotros. No se trata de olvidar o justificar lo que pasó, sino de aceptarlo y superarlo. Tenemos que querer perdonar y estar dispuestos a hacerlo.