Gestionar la rabia , es lo mejor que podemos hacer cuando se produce. Podemos buscar que sea acorde con los hechos y no vaya a resolverse con agresividad. Hay situaciones que no nos gusta que se produzcan, pero si se producen, por su componente agresivo, es necesario saber gestionar la rabia.
Por ejemplo, cuando los niños o adolescentes no nos hacen caso a la primera o actúan de manera contraria a como esperamos.
Hay varias formas de reaccionar. Con paz, para poder guiar la situación, o alterados, imponiendo la actitud que queremos que se de en ellos. Estos son momentos importantes. No son situaciones fáciles, especialmente si estamos muy cansados después de una larga jornada o estoy atravesando por una situación personal o laboral complicada. Hay más factores que influyen en nuestra forma de reaccionar. Me refiero a nuestra propia carga emocional pasada. Lo que yo llamo heridas de guerra de nuestra historia familiar de origen. Lo importantes es ser conscientes de que se mueve en mí.
Tienes que saber que, no eres responsable de lo que sientes, pero si eres responsable de lo que haces con eso que sientes. Por ejemplo, me siento impotente o con rabia o enfadado. En ese momento lo importante es que te pares un segundo y lo puedas reconocer. Todo lo que hagas alterado, será negativo. Si no puedes serenarte y tolerar la incomodidad que supone que tus hijos o alumnos sigan tus indicaciones, quizá, necesitas liberar eso que te está ocupando tanto espacio. Es indicativo de que hay carga emocional.
¿Cómo se libera espacio? Aquí en donde está la cuestión. Solamente alguien que ha experimentado muchas veces esta forma de gestionar, y está preparado para ayudar profesionalmente puede ayudarte verdaderamente. Por eso los libros de autoayuda o los consejos sobre cómo hacer, están muy bien porque nos indican el camino, pero saber el camino no es andarlo.
Si fuera fácil, todo el mundo lo haría. Se necesita humildad para avanzar. Todo el mundo no está preparado para operar a corazón abierto, pero todos podemos alguna vez vernos en esta situación de necesitar ayuda.
Puedes empezar a no dejarte llevar por los nervios. Pararte. Encadenar acciones negativas no nos ayudará a avanzar. Los menores y adultos, valoran el autocontrol y la verdad en un adulto, y esa es una puerta abierta a que sigan las pautas que les das buena para ellos. Se recibe mejor una indicación desde el cariño y la serenidad, que desde la distancia y la alteración.
Los niños no necesitan adultos perfectos, sino en camino, dando pasos de cercanía y confianza hacia sí mismos y hacia ellos. Confía.