Las personas valientes, no insolentes, no son las que dicen lo primero que se les pasa por la cabeza. La insolencia hiere. La valentía, dignifica. Las personas valientes, son humildes porque no se creen superiores a los demás y no las ofenden.
La insolencia es ofensiva. La valentía, tiene que ver con ser libre y auténtico, sin perder la delicadeza. Ser valiente, con nuestra vida, es más difícil que soltar por la boca todo lo que nos pasa por la cabeza. Nuestros comportamientos hablan, para bien o para mal. Las palabras se las lleva en viento.
La Insolencia hace daño. Valientes, no insolentes. Si tenemos que decir algo, no es necesario ofender. Puede que no le guste a los demás. Pero no he faltado a la verdad, ni al respeto.
A menudo, hay circunstancias en las que no podemos callarnos. No es cuestión de negociar. No se puede ceder ante un maltrato. Contra la violencia no se puede razonar.
En ocasiones, no es posible abandonar ese grupo o persona. En el contexto laboral, es difícil demostrar y los trámites judiciales son largos y costosos. Buscaremos soluciones realistas y menos dañinas.
Hay situaciones en que el acoso o maltrato es sutil: murmuración, comentarios jocosos o dar de lado. Son actuaciones que casi pasan desapercibidas. Hablarlo con alguien que nos quiera bien y nos tome en serio, nos escuche. ya es actuar.
Si te dicen ¡eso son cosas que no tienen importancia!, entonces te has equivocado de persona. Tus sentimientos son importantes.
La insolencia, aunque sea sutil, necesita una respuesta. Aprender a tomarte en serio tus emociones, es el primer paso de la valentía.
El segundo, no vivirlo en silencio y solo. Todo lo que vives es parte de ti. Es valiente, no dejarte a ti mismo a un lado.
El silencio, también es una forma de respuesta. Tu forma de ser y estar en el mundo, es el mejor ¡basta ya!…
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