Los mitos y leyendas de cualquier civilización, merecen todo nuestro respeto. Es el lenguaje propio de la sabiduría de los seres humanos. Esta sabiduría se va quedando en el corazón de las personas capaces de mirar en profundidad la vida. Para estas personas lo más importante es que las siguientes generaciones, sus hijos, nietos y bisnietos, no comentan los mismos errores ya cometidos por ellos. Se trata de pasar un legado generacional, ancestral. La mejor herencia que pueden dejarnos.
Los mitos y leyendas, así como los cuentos, transmiten valores espirituales. ¿Por qué se iban a molestar estas personas en escribir si no es para comunicarnos algo importante?. La inteligencia emocional, la resiliencia y el cuidado de unos para con otros es vital para fortalecer nuestra identidad.
En la historia de Raya, el último dragón, además de disfrutar de las estupendas imágenes de la cultura china y sus religiones, podemos entender un mensaje. ¿Cuál es? Que las personas somos capaces de crear lazos profundos y unidad a base de confianza. Pero también todo lo contrario. Somos capaces de matar por ambición, por rencor, por codicia, por deseo de ser más que otros. Sin embargo, solo con verdadero interés en mantener la confianza de unos en otros, podemos crear la armonía y la paz que anhelamos. No una paz aparente, sino la auténtica paz, la que nace del corazón, de la mano tendida a los demás. Si no somos nosotros lo que cuidemos de esta unidad, perderemos nuestro corazón humano y se cambiará por un corazón de piedra.